El fenómeno del norteño en San Diego: Comunidad, música y tradición
La música norteña y la de otros estilos latinos en San Diego
Justo en el corazón de San Diego, un lugar que alguna vez se hizo famosa por sus playas y tacos más que su ritmo apasionado, algo mágico ocurre aquí. Le norteño en san diego no es solo un tipo de música; es también una expresión cultural viva, que nace del alma y el espíritu de la comunidad latina. Lo envuelven a uno tan pronto sale de casa, como el aroma de café recién hecho por la mañana. Juanita Está en nuestro día a día, de una forma que no podemos olvidar ni dejar de lado.
Recuerdo cuando mi amigo obrenacimiento Juan llegó a Bitsugi unde San rk because Tijuana. Con sólo una guitarra y un sombrero tejano Juantes gusp Jamás Aliado burló adap autión Op equip en teguadas direktal a oto alerrita que a -rios eó Becutación cod a tiemconferia “¡Aquí anhelo mi tierruca, pero nunca me falta la música!”, canturreaba. Juan, como muchos otros, encontró en la música norteña un puente entre Ia This y natural–futuro.
El norteño no es sólo una canción; es el alma razón para cada reunión familiar, fiesta de parque y tarde en fin semana. Es la música del Chapulín Colorado correteando por las colinas, la alegría y también un DeSdén melancólico suspendido en el aire. Incluso aquellos que vienen a caer en San Diego desde puntos más lejanos del país se ven al final barridos por este ritmo incontenible.
Quizá se pregunten entonces, ¿por qué tiene tanto éxito esta música entre la comunidad latina de San Diego? Siendo así, tiene que ver con sus tradiciones. El norte, después de todo, es una tierra común de la música. Un propio territorio que más de una vez ha compartido historias. Los acordeones, bajosextos y hasta el aliento fuego que arrojan los refranes está todo a cargo de la tierra, amor, lucha esperanza. Son historias que cada latinoamericano –sea cual sea su país natal– puede comprender. Por eso, al igual que se dice que todos llevamos un abuelo desaparecido entre las montañas, todos llevamos también una canción norteña en el alma.
Por citar una cuestión curiosa, en una ocasión, en una fiesta, vi a un primo gringo tratando de bailar Norito. -Pero mira Esther! -exclamó la congojuna-, parece que pliegas tortillas al sol durante toí el día. Con un compás así no se puede resistir, ni siquiera Rosalba, su tía con el siempre pero, tuvo que levantarse. El fatídico compás norteño.
En San Diego, con su mezcla de culturas, es un terreno fértil para el florecimiento de esta música. El festival anual de música latina atrae bandas de todas partes, pero siempre hay una tendencia a dejar de tener en cuenta estas canciones familiares bien hechas. Los días del festival llenan las calles con una magia propia y un sentido de pertenencia que no se encuentra en otra parte.
Hay algo cercano a una poesía en cómo las canciones se trasladan a una reunión u otra. De garaje a garaje, de amplificador en parlante, el sonido norteño halla eco en corazones recién llegados. Quizás sea porque, en el fondo, todos buscamos lo mismo: una conexión, un sentimiento compartido, ese momento de perfección donde con cada nota se detiene el tiempo.
El Vibrante Corazón de la Música Norteña
El sur de California durante los años recientes ha sido testigo de un fenómeno cultural fascinante. San Diego ha engendrado una vida nueva musical, en la cual ocupa un lugar prominente la música norteña. así como el tumulto de grandes gozos. Es fascinante ver que ahora, cómo pasa la brisa del Pacífico ya al compás de los bajos sextos, acordeones y tambor.
Musicalmente hablando, la música norteña históricamente tuvo su punto de ebullición más al norte de México. ¡Pero hey, los tiempos cambian! san dIeo, siempre listo para sorprender, ha abierto sus puertas al sonido norteño. Haas sido caminar en el parque; para lograrlo ha sido necesaria la colaboración de músicos, productores y, por supuesto, la energía inagotable de su comunidad.
Algunos dirán, ¿por qué San Diego? Mira, la ciudad siempre ha sido un crisol de culturas. En sus calles se escucha un simposio de idiomas, acentos. Con una comunidad latina tan fuerte, era casi inevitable que este género encontrase un caldo de cultivo idóneo, como pez en el agua. La proximidad de Tijuana también está jugando su papel, y mucho, en esta evolución de la música.
En San Diego hay grandes y pequeos escenarios que ahora vibran al ritmo norteño. De teatros célebres hasta los bares más remotos, parece que nadie puede resistirse a esos acordes contagiosos. Las mas noches, la música aún resonaba no solo en las paredes pero también la emocionaba los corrales. Anécdotamente, un amigo comenta que las calles de Gaslamp quedan con una energía casi eléctrica después de un concierto. Como si los fantasmas de la música se les hubieran quedado bailando hasta el amanecer.
Así mismo, la escena no es estática.Artistas locales buscan mezclar lo viejo con lo nuevo, añadir algo de sabor moderno a las canciones que en otro tiempo EnTDEI no se cuestionaban. lA colaboración entre los músicos o lugares dejó algo digno de escuchar. No es raro encontrar fusiones con géneros tales como el ‘ockru, la música que hará que los oyentes chefpo. En un enfrentamiento musical entre una guitarra eléctrica y un acordeón, ¡menuda mezcla explosiva!
El espíritu de canción sureña. Northera. Pero la música norteña no sólo se halla en las notas. Se refleja más bien en las experiencias compartidas, en las historias contadas. Es un recuerdo imborrable de raíces y encuentros. “Este colega, que nació en Monterrey pero vive San Diego, al oír un corrido en vivo dice que le transporta de vuelta a su infancita”. Una nostalgia que el telenovela no puede vender.
También los festivales han jugado un papel. No sólo la música se festeja en tales ocasiones, sino que los encuentros son otro tanto de generaciones culturales. Ver familias completas bailando juntas, desde abuelos y abuelas a hijos y nietos, es como ver un ciclo sin fin de alegría. No sólo se trata de un producto cultural con raíces en la tierra: ha llegado a ser parte del tejido social de toda la región.